5 de agosto de 2009

PURO Y DURO


De un tiempo a esta parte se ha extendido en el habla el empleo del adjetivo «puro», en su sentido de ‘mero’ o ‘no mezclado’, seguido de otro adjetivo: «duro». Sucede más en femenino: «Esta película está llena de violencia pura y dura»; «le ha dicho la verdad pura y dura». En principio es un feliz hallazgo expresivo que sirve para enfatizar el esfuerzo, la dificultad o el rigor. Pero la pareja de adjetivos amenaza con formalizar sus relaciones y convertirse en un matrimonio indisoluble, de tal manera que ya hay pocas cosas «puras» que no se paseen del brazo de su nuevo acompañante, venga o no a cuento la amplificación.


Hay a quien le gusta la literatura pura y dura y quien afirma que sólo bebe agua pura y dura. Cuidado con esta moda, que empieza a rozar el amaneramiento verbal cuando el énfasis no es está justificado por la semántica sino por el vicioso alargamiento y por el magnetismo de la rima. El castellano ya es proclive a las construcciones de este tipo. Abundan las fórmulas bimembres rimadas de larga tradición e indiscutible fuerza expresiva: «a trancas y barrancas», «por fas o por nefas», «a las duras y a las maduras», «sin oficio ni beneficio», e incluso en el caso de adjetivos, como en «mondo y lirondo» o cuando hablamos de dinero «contante y sonante». Así que «puro y duro» tiene abiertas las puertas en el registro de parejas de hecho del español, aunque no todo lo puro tenga que ser necesariamente duro sino al revés: porque puro también significa ‘sencillo, limpio, agradable o ameno’. Bien está la rima cuando refuerza el sentido, pero la poderosa tentación de la poesía también puede conducirnos a hablar -y ésta es otra locución rimada- sin ton ni son.

No hay comentarios: