10 de octubre de 2011

PÍRRICA


Una «victoria pírrica» es la que se obtiene a costa de un exagerado número de bajas propias. Es lo que le ocurrió a Pirro, rey del Epiro, cuando se enfrentó a los romanos en la defensa de Tarento allá por el siglo III a. C. Sus tropas salieron triunfantes, pero diezmadas, y a la postre de poco serviría su esfuerzo porque no logró detener el avance del ejército romano hacia la Italia meridional. Supuestamente el episodio ilustra aquellas situaciones en que alguien obtiene un éxito a un alto precio o con un coste superior a las ganancias obtenidas. Sin embargo, la fascinación por las palabras de sonoridad llamativa empieza a adjudicar al adjetivo «pírrico» otros significados. La RAE admite ya su empleo junto a nombres que indiquen triunfo, logro o finalización de un proyecto, cuando ese éxito se alcanza con un esfuerzo desproporcionado o por un margen muy pequeño. Así que habría que dar por válidas, en sentido amplio, afirmaciones como «El Milán obtuvo una victoria pírrica de 1-0 sobre el Cesena», tan habituales en las crónicas deportivas. Pero «pírrico» no equivale siempre a «escaso», «pobre» y de poco valor, como se lee y oye a menudo: en «los sindicalistas se quejan de la pírrica indemnización fijada para los despidos», «la pírrica economía de los porteños no soporta la subida de precios de los alimentos», «la cadena de televisión alcanzó una pírrica audiencia del 0,6 %», «pírrica actuación del Athletic ante el Rayo» o «el Madrid se contentó con un pírrico gol de Di María» no se contiene la idea de ganancia desproporcionada en relación con los medios empleados y con las pérdidas sufridas. Es un exceso que el rey Pirro no habría entendido. 

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