16 de enero de 2012

Molino da trigo



Es lo que tiene la imaginación cuando se le deja volar sin control. Vayamos por partes. Ayer ganó el equipo de casa, una buena noticia que justifica la incontinencia verbal. El principal agente de la victoria por 2-0 fue el delantero local Molino, autor de ambos goles. «Movió sus aspas», dice la crónica, y dice bien, pues para eso están los molinos aunque no todos: solo los de viento toleran la metáfora. Una figura retórica que, por cierto, adquiere el grado de alegoría desde el momento que lo vemos extenderse a la acción de otro jugador de la plantilla, Rubén Reyes, de quien se nos dice que «interpretó el papel del dios Eolo para moverlas [las aspas]». No cabe duda de que estamos ante un acierto literario de primer orden. Molino, aspas, viento, Eolo. Sin embargo todo tiene un límite del que no conviene salir. Ah, los apellidos tentadores. ¿Cómo dejar pasar la ocasión de referirse a la buena cosecha (de puntos) obtenida en el partido merced a la acción de Molino? Si a los molinos va el trigo, y sabemos además que «dar trigo» es lo mismo que resultar efectivo, que ejecutar acciones provechosas (recuérdese que una cosa es predicar y otra dar trigo, según la sabiduría popular), ricemos el rizo semántico y apostemos fuerte en el titular de la crónica: «Molino da trigo». Un hallazgo que no dudaríamos en calificar de brillante si no fuera por la inoportuna aparición de la lógica, siempre fastidiándolo todo. Y es que ningún agricultor con dos dedos de frente se le ocurriría recurrir a un molino que diera trigo, porque este ingenio no se ideó para eso sino para moler el trigo y como resultado dar harina. Si da trigo, es que algo no funciona. La literatura tendrá que esperar a un nuevo triunfo del Palencia, que visto lo visto no tardará en producirse.   

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